El Salmo 28 inicia con una petición desesperada a Jehová, aclamando que no se aleje. Pidiendo que sea arrebatado con las personas que predican la paz con el prójimo, y llevan en mal en el corazón. Implorando merecido, según los hechos, de esas personas.
David sabe que toda persona que no atienda los hechos de Jehová será derribada y edificada nuevamente. Al final, lo ha escuchado, y reafirma que este es su escudo, exclamando la confianza que posee en él, y cómo ha sido ayudado en el pasado. Pidiendo salvación para su pueblo, para siempre.
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🙏Oración Salmo 28🙏
A ti clamaré, oh Jehová,
roca mía; no te desentiendas de mí,
no sea que, al callar tú delante de mí,
llegue yo a ser semejante a los que descienden a la fosa.
Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti,
cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.
No me arrastres juntamente con los malos
y con los que hacen iniquidad,
los cuales hablan paz con sus prójimos,
pero la maldad está en su corazón.
Dales conforme a su obra
y conforme a la maldad de sus hechos;
dales conforme a la obra de sus manos;
dales lo que merecen.
Por cuanto no atendieron a los hechos de Jehová
ni a la obra de sus manos,
él los derribará y no los edificará
Bendito sea Jehová,
que ha oído la voz de mis ruegos.
Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
en él confía mi corazón, y me ayuda,
por lo que se regocija mi corazón,
y con mi cántico le alabaré.
Jehová es la fortaleza de su pueblo,
y el refugio salvador de su ungido.
Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad;
susténtalos y enaltécelos para siempre.